37. Zesar Bahamonte
La Lola baila bamberas,
los turistillas la rodean,
y el empresario desde su puerta
frota sus manos y su cartera.
"En las calles de Sevilla tenemos nuestra propia expresión artística. Apasionada, transmisora, la que te hace recordar que estas vivo, la que te susurra que las penas pueden ser cárceles muy duras a la par que te grita sus alegrías con los puños apretados, la que evidencia que necesitamos el compás de las palmas de quienes nos rodean para poder bailarnos nuestra pataita improvisada y efímera, y la que nos pone los vellos de punta cuando el melisma se alarga y eterniza como se eternizan las fatigas de la vida.
Para transmitir esto hay que estar vivo por dentro, hay que tener calle y hay que aprender a abrazar a los sentimientos más profundos y afilados, y tener la sabiduría y el valor de sacarlo para fuera.
Y ahí está ella. La Lola. Bailando en un tablao para turistas, en su segundo pase de la tarde, sin estar dada de alta y cobrando menos de lo que cuesta la entrada de tan solo uno de los turistas que viene a verla.
Espero ver el día en que la Lola se lleve la fortuna que se merece su arte y al empresario apuntándose a clases de sevillanas."
